martes, 3 de noviembre de 2009

Nueva asociación de familiares de presos

El pasado 21 de octubre de 2009 se constituyó en Puerto Real (Cádiz) una nueva asociación de ámbito andaluz denominada “Asociación Luz en defensa de los/as presos/as y familiares”. Todos los miembros de esta nueva entidad tienen en común una dura realidad: sus hermanos, hijos u otros familiares han muerto o han quedado gravemente deteriorados tras sufrir episodios de sobredosis dentro de prisión o como consecuencia de graves problemas de salud.

Tras ir de una puerta a otra y sentir tanto dolor como indefensión, les une la voluntad firme de apoyarse mutuamente y de sacar a la luz estas situaciones, indignados acerca de cómo se han sucedido los hechos y de la actuación de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias. No desean que esto le ocurra a más familias, por ello, se han unido en esta asociación para dar a conocer a la sociedad la situación de las personas privadas de libertad, en especial, de las que tienen problemas de drogodependencias, y prestar apoyo a cuentas personas y familias la sufran.

La presidenta de la Asociación es Carmen Jiménez Garrido (en la foto). El 29 de abril de 2006, su hijo A.O.J., interno en Puerto II (Cádiz), con problemas mentales y de drogodependencias, sufrió una sobredosis por la que entró en una situación de coma que se complicó en días posteriores. En ese momento, tenía tan sólo 21 años. Como consecuencia, quedó en silla de ruedas y dependiente de terceras personas para todo. Su familia llevaba mucho tiempo advirtiendo a la prisión de su situación. Temían por su vida después de varios intentos de suicidio. Consideran que se pudo evitar lo ocurrido y por eso han reclamado la responsabilidad patrimonial a la Administración Penitenciaria. Ahora están pendientes de la decisión del Tribunal Supremo, que acaba de rechazar la inclusión en el recurso de más de dos mil firmas recabadas en apoyo de la familia.

El 8 de junio de 2004, M.C.C., de 39 años, interno de la prisión de Puerto II, fue trasladado a urgencias tras presentar desde el día anterior fiebres altas y hemorragias que le enrojecían la camisa que llevaba puesta. Falleció a las cuatro horas. M.C.C., que había sido diagnosticado de tuberculosis pulmonar y neumonía, tenía problemas con el consumo de drogas y era alérgico a la penicilina. Según la prisión, su muerte se debió a una sobredosis. A sus familiares, tras recibir distintas versiones sobre los hechos, no se les ofreció, ante sus insistentes reclamaciones, la posibilidad de una autopsia, por lo que no queda seguridad de las verdaderas circunstancias de su muerte. Su hermano llegó a afirmar que “lo enterraron como a un perro que apesta”.

En mayo de 2009, en la misma mañana y en la misma celda, aparecieron inconscientes dos reclusos, D.V.G. y A.M.L.G., ambos con pronóstico grave. El primero de ellos pasó varias horas en coma, quedándole importantes secuelas físicas, a pesar de lo cual ha vuelto a entrar en prisión. Su compañero de celda, en cambio, murió a las pocas horas. A las familias no les han ofrecido explicación alguna y les han comunicado que hasta dentro de un año no le proporcionarán un informe para esclarecer qué ha ocurrido en ambos casos.

Esto es sólo una muestra de episodios terribles que ocurren con demasiada frecuencia tras los muros de las prisiones y que no salen a la luz. Por este motivo, estos familiares y el resto de personas que forman la asociación, a pesar de su falta de medios, están decididos a seguir adelante y a estar unidos para tener más fuerza. Tienen coraje de sobra y cuentan con todo el apoyo de la Federación Andaluza de Drogodependencias y Sida ENLACE.

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